sábado, 9 de octubre de 2021

Perenne recuerdo


 

Hoy por fin te dejo marchar. Eres libre de abandonar mis pensamientos. Corre, huye, vuela. Y no mires atrás ni de reojo. No me busques por encima del hombro o a través de una habitación llena de caras desconocidas.

Hoy, ya más cerca de los treinta que de los veinte, he tenido un sueño que me hablaba de cambios y, seamos honestos, a estas alturas sabemos que hay cosas que no puedo cambiar a mi alrededor ni dentro de mí. Ya hemos transitado ése camino y ya sabemos dónde acaba. De cara contra la pared o a un paso del abismo.

Pero tal vez puedo hablar de decisiones. Y hoy decido derrumbar las paredes de la habitación en la que has estado viviendo dentro de mi. Ese susurro en mi cabeza que, todavía, no quería dejarte ir a pesar de que tu perfume ya se haya desvanecido completamente de la almohada y de ti sólo queden notitas escritas a lápiz y el eco de tu voz. Cantos de sirena en la distancia.

Decido desterrarte por fin del palacio de mi memoria como el que deja escapar un suspiro de alivio.

Debo hacer el resto del camino sin ti. Debo alzar la mirada y contemplar el espejo sin miedo a encontrarme tu recuerdo. Por agridulce que sea.

Por doloroso que sea dejarte ir.

Pero a veces es mejor arrancar la tirita de golpe y la venda de los ojos.

Aunque a veces sangres. Aunque te ciegue la luz.

Aunque tires la moneda mil veces y sólo salga cruz.

Cojo aire. Aprieto los puños y rechino los dientes. Mirada al frente y un pie sobre el vacío.

Tranquila. Esto me dolerá más a mí que a ti.

Pues tú, mi más perenne recuerdo, tú ya no estás aquí.

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