lunes, 8 de marzo de 2021

Dime

Dime.

Dime en qué momento perdimos el autocontrol, el control y la razón. El corazón.

En qué momento soltamos el mando de éste tren sólo para darnos cuenta demasiado tarde y vernos descarrilar. Vagones rotos en la nieve. Moriremos de hipotermia.

Cuándo dejamos de observar la vela consumirse y dejamos el gas abierto hasta que, sorpresa, el mundo reventó por los cielos mientras veíamos nuestra vida volar en mil pedazos.

Un mosaico de fotos y fechas de calendario señaladas en rojo. Con tu pintalabios favorito.

Dime.

Dime qué sentías al ir cuesta abajo y sin frenos. Al saltar sin paracaídas. Al poner la mano en el fuego sólo por ti. Creo que de tanto querer atrapar la llama la acabamos extinguiendo. Esto siempre fue una carrera a contrarreloj. Esto que llaman amor.

Quisimos amar despacio y con calma pero el tiempo siempre tiene prisa y nunca perdona. Y eso es algo que jamás le perdonaré al reloj. A las horas perdidas. A las hojas del calendario marchitándose en otoño. A la nieve acumulándose en el tejado.

Y, como Madrid, nos quedamos helados.

Sábanas frías. Sombras y recuerdos tristes durmiendo en tu lado de la cama. La cortina descendiendo sobre el escenario.

Dime qué se siente al jugar a la ruleta rusa y apuntarme con el último disparo. Al saber que todo pende de un hilo mientras bailas con las tijeras entre tus manos.

Dime. Miénteme si es necesario. Dime que todo saldrá bien y que al dar la vuelta a la esquina estarás ahí esperando. Dime que sabes lo que haces mientras sujeto la manzana sobre mi cabeza y tú tensas el arco.

Dime que nos hundiremos mientras los violines lloran, aunque luego subas al primer tablón que encuentres. Yo mismo te ayudaré mientras desaparece el barco.

Fuimos el manual de cómo construir un castillo de naipes bajo la tormenta. Una partida de póquer a las tres de la mañana en la que tú tienes todos los ases, las escaleras y los colores. Mientras yo sólo puedo ver los números alejarse. Tal vez sea cierto que siempre gana la banca.

Así que dime. Dime en qué momento amañaste la partida. En qué momento abriste los ojos.

En qué momento dejamos de soñar.

En qué momento dijiste “para, que me quiero bajar”.