domingo, 10 de septiembre de 2017

Querido yo


Querido yo.

Espero que puedas perdonarme.

Espero que alguna vez logres entender el porqué de alguna de mis acciones. 

Porque no las entiendo ni yo.

Espero que puedas perdonarme que lleve tanto tiempo sin escribirnos cuentos de amor, o canciones de despedida. Espero que puedas perdonarme que no me encuentre, que no pueda encontrarme entre las primeras hojas ocres y el ocaso del verano.

Espero que puedas perdonarme esta mala manía nuestra, de perder el tiempo en bobadas que nos quitan el sueño si intentamos dormir.

Perdóname que no te escriba, pero hace un tiempo que no soy yo. No he encontrado el momento ni la ocasión.

La inspiración.

Que se me escapa por momentos como los últimos compases lentos de una canción triste. Un baile. Pegado. Conmigo mismo. Con melancólicas notas de violín de fondo. Como las últimas gotas de tormenta chapoteando sobre el charco.

Echaba de menos encontrarnos de nuevo. Frente a frente. Leyéndonos y escribiéndonos al mismo tiempo. Contándonos lo mucho que duelen los amores de verano y los finales abruptos. Las cosas que no queremos ver y a las que nos aferramos, cerrando el puño y el corazón, agarrando tan sólo aire. 

Náufragos, en sus últimas bocanadas desesperadas antes de ahogarse.

Querido yo. Tienes que recordar tus prioridades, que nunca has tenido demasiado claras, y tienes que tener claras algunas cosas.

Que el amor viene. El amor duele. Y el amor se va. Y tienes que agarrarlo.

Que no puedes agarrar a alguien en caída libre.

Que al final de una caída toca levantarse, venirse arriba.

Que a veces, de tan arriba, sentimos vértigo y miramos con temor hacia abajo.

Que a veces, miramos con tristeza hacia atrás. Por encima del hombro. Con miedo, por si el pasado nos atropella.

Que el pasado se pierde, porque pasado está. Se mezcla, sepultado, con las hojas del otoño. Arrastrado por la tormenta. Congelado en algún parque bajo el frío del invierno.

Que vendrán otras tormentas. O tal vez la calma que la preceda, esta vez para quedarse.

Que hemos amado sin límite las cuatro estaciones. Pero que es hora de cerrar el círculo.

A mano alzada.