miércoles, 8 de marzo de 2017

Efecto Mariposa #1


A veces no puedo alejar estos pensamientos de mi cabeza.

Porque antes era más fácil. Antes estabas tú. Estábamos las dos, como yo estoy ahora.

Tumbadas sobre el capó desconchado del viejo coche, que ni ruedas tenía. Lleva años así y no recuerdo qué hicimos con ellas. Un viejo Mercedes verde, feo como él solo, abollado por todas partes y comido por la herrumbre.

Recuerdo el día que arrancamos los asientos de atrás y los llevamos hasta nuestro refugio de bloques de hormigón, para usarlos como sofá. Con el tiempo se convertiría en uno más de la familia, con sus cicatrices y todo. Como nosotras.
El día que reventamos la luna y los cristales de las ventanillas con un martillo, porque te habían expulsado del instituto y necesitabas desahogarte. El mosaico de cristales todavía se puede ver, si rebuscas un poco entre los hierbajos que han ido creciendo con el tiempo. 

También como crecimos nosotras. A contracorriente del mundo.

Como siempre.

Esta noche hay tantas estrellas que me cuesta ver la Luna. O tal vez es que ya voy demasiado colgada, a medida que el denso humo del canuto de maría se mezcla con la infinita oscuridad de la galaxia. Formando nubes ocres que desaparecen en esta mierda de humedad otoñal.

Ahora odio el puto otoño. Porque me recuerda a ti.

Qué mierda…. Odio la primavera, el verano, el invierno…

A veces no puedo alejar estos pensamientos de mi cabeza.
Antes estabas tú justo aquí, a mi lado. Sobre el capó desconchado. Fumando y contando estrellas, cogidas de la mano como si fuésemos las jodidas Thelma y Louise.

Ahora, no puedo evitar pensar que tal vez el único cielo que estés contemplando son tres metros de tierra batida y una colonia de gusanos sobre ti…
Llevas dos meses desaparecida según todos los noticieros y periódicos. Esa es la versión oficial. Para mí llevas dos meses, cuatro días, trece horas con dieciséis minutos y, ahora, veintidós segundos.

Y no puedo evitar odiarte, por robarle tiempo al tiempo de nuestras vidas. Ya sabes, el que prometimos que pasaríamos juntas. En este vertedero de chatarra y en todos lados. El cielo es el límite.  Joder, cómo nos gustaba soñar.

Aguanta un poco más, porque te voy a encontrar.

Voy a volver a soñar. Aunque sea con tus huesos.

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